Al mes de casados y terminada ya la luna de miel, el bueno del marido le dijo a su flamante esposa: - Mujer, tú eres joven; pero realmente, que te hayas casado sabiendo de cocina nada más que hervir agua,me parece como poco. Me explico?.
Ella se defendió argumentando que en poco tiempo había aprendido a hacer churrascos, ensaladas,sopas de sobre, tucos de lata, y que ya conocía las direcciones de varias rosticerías.
Pero él no estuvo de acuerdo y decidió que ella debía aprender a cocinar en serio.
Así fue que la rodeó de libros de cocina,profesores y abuelas, que de esto saben mucho.
Al tiempo la mujer ya preparaba Paellas a la Valenciana, canapés de champignon, avutarda con salsa agridulce y buñuelos de dulce de batata y chocolate que eran una exquisitez.
Un buen día, al llevar ella a la mesa una suprema a la maître d´hotel, el marido le preguntó a quemarropa si conocía a Nietzsche.
Ella dudó y respondió que le sonaba a nombre de salsa de carnes rojas, pero que no lo recordaba bien. El marido la miró y se puso muy, pero muy mal. Tener una mujer que sólo sabía de comidas y condimentos era tan imbancable para él, como para su hígado soportar todos los días las viandas tan complicadas.
- No sólo de comida vive el hombre!
–dijo, y la matriculó en la universidad con el ánimo de que aprendiera a diferenciar. Anaximandro de Anaxágoras, personas a quienes ella confundía constantemente.
Varios cuatrimestres después la casa se llenó de libros de filosofía, historia, psicología y de ciencias varias, que tienen que ver con todo lo que tienen que ver las ciencias varias. Tanto estudió, y con tanta dedicación,que hasta llegó a escribir tratados objetando las ideas estructuralistas de Levi Strauss desde una perspectiva eminentemente semiótica.
Hasta que un día el marido le dijo:
- Querida, que todas las noches te vengas a la cama con una enciclopedia bajo el brazo y te pases horas tratando de convencerme de que Hegel, en el fondo, era un simplista, es algo que no soporto más. Y yo… lo que necesito– dijo remarcando cada palabra- es una mujer para nada intelectual, que me despierte los instintos primordiales, que sea apasionada, ardiente, y que sepa todos los secretos del placer y del sexo.
Dicho lo cual sacó de debajo de la almohada una edición ilustrada del Kama Sutra y le propuso practicar, todas las noches, las 39 posiciones básicas y las 53 combinadas.
Meses después la casa había transformado nuevamente con la incorporación de espejos, video a todo color, sábanas negras y un enorme colchón de agua.
Una noche, mientras ella se ponía un portaligas de tul, el marido, agotado hasta los huesos, sobreviviendo gracias al suero, las transfusiones y las dolorosísimas inyecciones de calcio, con un hilo apenas de voz, alcanzó a decirle:
- Mirá, ubicate un poco! No todo en la vida puede ser lujuria, pasión y deseo incontrolado. Aparte, así estás postergando una parte importante de tu condición de mujer, esto es, ser madre.
Yo necesito una esposa que me dé hijos. Entendés?
Ella entendió en tres años tuvo cuatro hijos. La casa volvió a cambiar. Había pañales hasta adentro de la heladera y criaturas hasta adentro del calefón. Los cuatro tesoritos se turnaban para llorar, para comer, para llorar, para dormir, para llorar, para hacer pis, para llorar, para romper el florero, para llorar, para prender fuego a la tortuga del jardín, para llorar… y así día tras día.
Una tarde, él le recriminó a su mujer que se estuviera todo el día en la casa, sin hacer otra cosa que atender a los hijos en una actitud maternal comprensible, pero también muy egoísta; pues ÉL tenía que mantener sólo a toda la prole… y estaba cansado. Por lo cual le pidió que se asumiera como mujer que ayuda a mantener el hogar, y le consiguió un empleo de secretaria.
Gracias al tesón, y la dedicación al trabajo, en dos años ella llegó a gerente. Fue entonces que el marido dijo: - Mujer! está bien que trabajes todo el día, pero lamentablemente, estás descuidando tu figura, tu estética, tu cuerpo. En dos palabras, estás gorda. Es necesario que te cuides, lo físico es parte importante de la vida.
Dicho lo cual le inscribió en un club para que de noche practicara aerobic, natación, gimnasia dance y deportes varios.
Un año más tarde la esposa corría 100 metros en 14 segundos, formaba parte del equipo de vóley, nadaba en los cuatro estilos y era cinturón negro en yudo, karate y Kun Fu.
Un día, mientras el esposo estaba leyendo el diario recostado en el sillón, entró ella con el bolso del club, la bolsa de las compras y unas carpetas de la oficina y le habló así:
-Marido, en más de diez años he aprendido a cocinar como un chef, he estudiado y publicado libros, hago el amor mejor que una odalisca, te he dado y criado cuatro hijos, he trabajado a la par tuya y llegado más lejos, incluso, que vos; y hoy todavía ostento un físico de chica de veinte e incluso estoy como para ir a las Olimpíadas.
– Decime, no te parece que me he convertido en algo así como la Mujer Maravilla?
- Pues bien –continuó ella- entonces, con todo el dolor del alma debo comunicarte que esta misma noche me voy a vivir con Superman. Vos ya no sos pareja para mí,
nuestros crecimientos han sido muy desiguales y ahora me resultás demasiado imperfecto. Dicho lo cual hizo sus valijas… y se las tomó!
Y colorín colorado, este cuento, para los que crean que es un cuento, ha terminado.
-La copia en "papiro" dice "enviado por Sandiago, mil gracias!. Decada del 70 -creo-; quién sería Santiago?
-no recuerdo- pero gracias a vos.