Llamó a la puerta del chalet que estaba en el Nº75 de la calle; la hicieran pasar a un cómodo recibidor; la atendió una mujer joven, que amablemente la invitó a sentarse y esperar, a "quién se encargará de explicarle lo que quiere que haga..., es su idea... -comentó". Había sido llamada para hacer un mural en piedra, sobre una pared, imaginó que era la que estaba frente al amplio ventanal de la sala.
Supuso también que a quien se refería la mujer que debía esperar; era al esposo. No se sentó; caminó lento, obsevando todo; le agradó el orden armonioso de los muebles, los colores claros, frente a un ventanal grande, dónde había tan sólo una silla africana con un tallado rústico de un elefante,que se elevaba en una llamada peculiar; y estaba colocada sobre una alfombra muy espesa, color ocre.
Supuso también que a quien se refería la mujer que debía esperar; era al esposo. No se sentó; caminó lento, obsevando todo; le agradó el orden armonioso de los muebles, los colores claros, frente a un ventanal grande, dónde había tan sólo una silla africana con un tallado rústico de un elefante,que se elevaba en una llamada peculiar; y estaba colocada sobre una alfombra muy espesa, color ocre.
Se descubrió admirando el espíritu de quien fuera que había decorado el lugar, más supo que no había sido la mujer que la atendió, sus ojos no reflejaban ésa armonía.
Estaba sumida en sus pensamientos, ...en sentir y analizar, (lo que hacía involuntariamente ante diferentes eventos, desde que tenía memoria; quizá éso la había llevado a elegir su carrera), cuando sintió la presencia de otra persona y al momento una voz que no la sobresaltó.
- ¡Aquí estoy! disculpe el haberla hecho esperar, surgió un imprevisto, no suelo ser impuntual. El hombre que tenía enfrente, lo dijo todo con una sonrisa que no se ocultó entre tanto que hablaba.
-No se preocupe, sirvió para disfrutar del lugar.
-¿Quiere que vayamos afuera? ... y así podemos ir viendo el lugar que deseo embellecer.
El hombre no esperaba respuestas..., ya estaba dirigiéndose a una salida.Tampoco había dicho buenos días; no le había dado la mano; se veía que las palabras le resultaban una reiteración de los gestos o bien que estaba apurado.
En el momento en que salían, un niño de unos cuatro años, al verlos, le prodigó a él una sonrisa y él respondió de igual forma.
En efecto el muro, era el que daba al ventanal, amplio, calculó que debía tener más de tres metros de alto, por 10 de largo, todo un desafío! dependiendo de cuál fuera la idea que él tenía.
- Le explico... como se habrá dado cuenta, si alguién se sienta frente al ventanal, tiene muy poco para ver...
-Pero mucho para imaginar... (respondió ella)
-Si, éso es verdad. Pero yo deseo poder ver algo hermoso, que me haga recrear la mente y porque no, que ponga a trabajar mi imaginación.
-ahá... (así que es él quién se sienta allí!, tenía la idea de que esos asientos eran utilizados más bien por ancianos. -Pensó-) -Es un espacio -Interesante.... y qué tiene en mente?
-En verdad nada! o casi nada; lo único que tengo claro es que quiero que esté construido con piedras; las lajas de diferentes colores, se me ocurre que posibilitan expresar, ¿no?; también me agradan las piedras de río.
Ella observó... caminó... entre tanto pensaba que más que un desafió era todo una empresa...
-Le gustaría vegetación? ¿Flores?
-Mmm diría que no... hay suficiente al natural, aquí.
- ¿Qué cosas le gustan?
- La naturaleza, los animales, el agua, todo lo que tenga vida y me transmita paz.
-¿Le parece bien si realizo unos bosquejos... digamos tres, y en unos días, se los hago llegar para que vea si le agradan?
-En realidad, no me gustaría ver ni tan sólo una aproximación de cómo quedaría el mural.
- Explíqueme entonces por favor... cómo le parece que fuera.
- Sólo pensaba en que acordemos acerca de un tema en particular, la estructura en forma general y luego... usted me sorprende!
- ¿Ahora?
- Si, tómese tiempo. Puede quedarse el tiempo que necesite, y almorzar aquí si hace falta... ¿le parece bien?
- Bien... veamos que le puedo sugerir.
- ¡Qué se le ocurre dira! Llámeme si me necesita, soy Javier, estaré por ahí...
Y se fue.
Ella se sentó con las piernas cruzadas sobre la grama frente al muro, esperando que éste le dijera algo, pero estaba mudo y ella en blanco; por lo que se recostó cara al cielo y cerró los ojos; a veces ésto le daba resultado y las imágenes venían a su mente.
¡Y llegaban imágenes!! pero no para el muro... la imagen de Javier, su sonrisa, ese brillo que parecía tener. Se dio cuenta que la estaba guiando un sentimiento, no la creatividad artística.
La invadió una cálida sensación ... y la voz de un niño la trajo al presente.
- ¿Qué haces?
- Miro el cielo
- Pero tienes los ojos cerrados.
- Lo he visto tantas veces que aún con los ojos cerrados puedo verlo.... ¿tú no?
- No, pero ¡mi papá si! ¿Tú lo viste?
- Tu papá es Javier?
- Si
- Si, lo vi.
- Mi mamá dice que yo no lo puedo ver porque él está en el cielo y ella...
Una voz de mujer no le permitió al niño continuar, ni a ella demostar su asombro. Era la mujer que la recibió al llegar.
- Disculpe el haberla tenido tanto tiempo esperando... mi padre no la podrá atender; así que yo le diré lo que quiere que haga.